Sentires de modernidad y psicoanálisis

Hace ya varios años, comenzaba en FIlo a leer la Fenomenología del Espíritu. Poco a poco me iba fascinando, encontrando que todo cerraba y era coherente consigo mismo, al tiempo de pasar con muchísima dificultad varias de sus arduas páginas, una cierta incomodidad se apoderaba de mi cuerpo acompañando la comprensión. Entre asfixia, imposibilidad de salir, y regocijo con lo que leía. Me sentía atrapado, abrumado, sin salida. Algo similar me pasó hace unos días en el evento «El Psicoanálisis será foucaultiano o no será» coordinado por mi querida amiga Mirta La Tessa

¡Gracias Mirta por tu trabajo de tantos años de conciliar psicoanálisis y género!. Juntar en una misma mesa a amores antiguos como Michel Foucault y Jacques Lacan era algo que no me podía perder. Asistí como me fue posible a esta mesa. Ideas y pensamientos emergían en direcciones variadas. Mi cuerpo pensante no paraba…

El amor al psicoanálisis de otrora había finalmente pasado a su madurez. Otros mundos no existían para mi pensar en aquel entonces. La violencia poco a poco me llevó al género. Comencé a ver el mundo desde una perspectiva diversa. El psicoanálisis era simplemente un amor más entre otros.

Enamorada, embelesada, cegada… Y de golpe, capturada… La modernidad te atrapa con sus garras biopolíticas. Tus sentidos se ciegan o limitan a los cinco en base a los cuales se construyó la mecánica clásica. Te encierra, sin posibilidad de salir. Gozando, disfrutando, sufriendo… Viviendo….

Deleite de mi cuerpo escuchando palabras que eran ya ritmo sin sentido o simplemente música para mis oídos. Mi reflexionar todo se dividía entre la presentación en la que estaba trabajando del libro de mi otra amiga Julia Carballido, (imprescindible para la práctica clínica contemporánea) y lo que acontecía en la sala. Esos susurros, cual cantos de sirenas, me devolvían a un pasado grandioso… Tensionado con el futuro próximo de mi inminente presentación en el otro extremo.

¡Terrible pesada herencia cartesiana-kantiana de nuestra cientificidad! ¿Sólo podemos hacer ciencia partiendo de principios universales? No… pero el psicoanális reintroduce la singularidad del sujeto en el campo de la ciencia. Si, si, todo bien, pero reintroduce la singularidad por la negativa: Aquello que de de lo real no es articulable en el saber…. Solo lo matematizable es transmisible en términos de saber. Lo simbólico constituye esa envoltura formal que crea el singular modo de anudarse los registros en el síntoma teniendo, en su centro aquello que no cesa de no escribirse…. Ok pero entonces ¿es un saber de lo singular?.

Corría el año 1994, egresando de la carrera de psicología, escribía en el texto La ética del psicoanálisis y las prácticas de goce: «... Así aparecen a lo largo del siglo XVIII y XIX los grandes corpus de conocimientos de la ciencia positiva que producen estas «unidades» homogeinizantes de la medicina, la psicología. Aparecen «La infancia», «La adolescencia», «Las perversiones», «La sexualidad infantil»…. Estos dispositivos apuntan a borrar diferencias, a conformar unidades susceptibles de ser dominadas por el saber…»

¿Será posible que los mismos problemas que daban vueltas en mi cabeza hace 30 años sigan allí, inmutables, causando sin-saber?

Una pesada herencia…Dificultades casi insuperables…

La primera, un obstáculo epistémico, que el saber deba construirse a partir de saberes o principios universales, a partir de categorías a priori que la modernidad pone en el sujeto, quien funciona como un agente separado de la naturaleza que la mira desde arriba, como no siendo eso y con el objetivo de conocerla, es decir, dominarla con su saber. ¡Qué lejos quedó la antigüedad en que éramos Una con la Physis!

Otra, una de las más devastadoras e inentendibles naturalizaciones que condena la vida humana. Maldita arbitrariedad de la división sexual del trabajo. Me pregunto: ¿por qué la pareja? Entonces inmediatamente una abrumadora cantidad de voces responde «Obvio, porque es natural, macho-hembra, reproducción..». Hoy la cultura y nuestra legislación admiten que no sean macho-hembra. ¡Pero nunca jamás más que dos! El 458 empieza «progre» y flexible pero antes de concluir retrocede terminante: «Ninguna persona puede tener más de dos vínculos filiales, cualquiera sea la naturaleza de la filiación.».

¿Pero por qué dos? La respuesta para cuando no tenemos respuesta es siempre la misma: «Porque es natural, se ve en la naturaleza».

Pregunto a ChatGPT porque mucho no entiendo: «De todas las especies de mamíferos conocidos, ¿cuál es el porcentaje de monógamos?» a lo que responde: «La monogamia es relativamente rara entre los mamíferos. Aproximadamente 3-5% de las especies de mamíferos conocidos exhiben algún grado de monogamia social o reproductiva. Esto incluye especies en las que una pareja forma vínculos duraderos, aunque la fidelidad sexual no siempre esté garantizada…»

«…En contraste, la mayoría de los mamíferos tienden a ser polígamos debido a estrategias reproductivas que maximizan la eficiencia en entornos naturales. La monogamia suele estar asociada con factores como la necesidad de cooperación en el cuidado de las crías o la defensa conjunta de recursos» (Chat gpt, 2024/12/06).

¿Quién o de qué manera habrán observado a la naturaleza para concluir que la criatura humana debía ser monógama? Parecería mucho más cercano a lo que genialmente mi querido amigo Vicente Quintreleo nombra como otro Cuento de la infancia

La prehistoria de las épocas en que asiduamente frecuentaba las sedes de Yrigoyen e Independencia nos enseñaban varias verdades sagradas universales. Función materna/Función paterna. Anudamiento borromeo/anudamiento no borromeo (entre los que estaba el «transexualismo delirante»). Luego, mas cercano tornaron a «función fálica», claro elaborada sobre un modelo imaginario pero función eminentemente simbólica. Entonces el mundo se divide entre «Falo/castrado», pero es solo una distinción simbólica. Simbólica también la distinción «Aún…» Lado hombre/lado no todo. NADA de esto tiene que ver con la división sexual del trabajo, no no, claro, son «Conceptos opositivos, se definen por oposición, (…), cada significante es lo que los demás no son».

Obsesiva modernidad-colonialidad de la eterna oposición de dos, que tórnase fácilmente unos «pocos legítmos» contra «otras muchas prescindibles», Amo/esclavo. Poderosos/sometidos. Ricos/pobres. Civilzación/Barbarie. Y sigue la serie… Descartes inauguró un pensamiento de la oposición de una utilidad política indudable para la expansión de Europa. Teníamos nada más y nada menos que las categorías que eran condición de la experiencia. ¿Cómo no vamos a dominar al mundo partiendo de allí?. Kant hizo mucho más por Europa separadonos de la naturaleza (haciéndonos especiales, privilegiados y legítimos dominadores de la naturaleza) que con «Sobre la paz perpetua». Europa tenía un calendario que no servía para nada, solo pudo servir a partir que lo analizaron desde el de los «salvajes»: el Maya. Que nada, pasó que apareció un vaya-a-saber-don-nadie y se puso a dibujar animalitos en un círculo. Y resulta que se correspondían exactamente con los giros de la tierra sobre sí misma y alredededor del sol. Pero no, claro eran salvajes, ¡fue de pura casualidad!

Oposición si, pero nunca dualidad. Los otros, los prescindibles, las visiones del mundo de las culturas más allá de Europa como Mayas, Aztecas, Mapuches, Quechuas, Guaraní, Taoistas, Confucianistas, budistas hablaban sin embargo de dualidad. De armonía o equilibrio antes que de conflicto. De responsabilidad antes que de eliminación de lo-otro-de-nosotros. De balance, de intensidades en balance fluido entre fuerzas duales que constituyen el uno.

Tampoco gustaron las intensidades o potencias en 1925 cuando Werner Heisenberg creó la mecánica matricial, y prefirieron unos meses después la ecuación de Erwin Schrödinger y la reformulación de Paul Dirac, lista para reducir todo fenómeno a meros clicks en detectores. ¡Y tan parecida es la notación bra-ket al psicoanálisis!: ?????. La maldita herencia nos hace preferir las esencias por sobre las potencias. Siempre es mejor lo binario, 0|1 y se acabó… ¡Ojalá hubiésemos escuchado a Spinoza!, seríamos quizás un poco menos peores….

Delirante y contrafácticante pensaba ¿Qué sería de la vida si Edipo en Colonia no se hubiese producido? . Si en esa vida supuesta, además tuviésemos que depurar al psicoanálisis de la pesada herencia binaria moderno-colonial…. ¿Con qué nos quedaríamos? ¿Y si lo reescribiéramos más-allá-de-la-manera-moderno-colonial incluso con sus aportes coloniales? Quizás podríamos construir una matriz de Heisenberg que transicione el responsable equilibrio entre intensidades deseo-goce como nuestra dualidad fundamental, los anudamientos, pero muchos, muchos, como la diversidad y la multiplicidad. Y por ahí con RSI, siendo siendo el «tres» un concepto tan recurrente en la espiritualidad desde las mitologías antiguas hasta la actualidad.

Hace muchos menos años, conocí gracias a otro amigo, Daniel Magalhães Goulard , a Fernando González Rey. Pero eso será otra historia…

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